viernes, 23 de mayo de 2008

Angelita se limpia con su mano derecha una lágrima que ha acabado de salirle. Por más que lo intenta no ha sido capaz de parpadear, de quitar la mirada, de irse de ese lugar; sigue quedándose allí, taciturna, con sus ojos llenándose de lágrimas, el corazón acelerado y la respiración entrecortada... Su padre también tiene la respiración entrecortada, recostado en la cama del hospital, sin poder abrir los ojos, sin fuerza en su cuerpo, siendo un cáncer de pulmón lo único capaz de crecer en su existencia cada vez más ahogada.

Se acerca el momento Angelita, pronto dejará de respirar y sólo es cuestión de tiempo, se ahogará con sus propios fluidos, sufrirá, pedirá clemencia mientras su oxígeno se acaba segundo tras segundo, el corazón cada vez más rápido, las manos aprietan fuertemente las de su hija antes de perder el último aliento de existencia. Los ojos del viejo se abren y miran a su hija, ella sigue mirándolo fijamente. Él se ahoga lentamente, no puede respirar, sólo queda esperar a que el oxígeno de su cerebro se consuma y pierda la conciencia lo más rápido posible. El padre sufre, la hija obseva expectante este momento.

Suena un celular, el de Angelita. Se trata de un mensaje: Hoy es tu día de suerte, recarga tu cuenta Personal y recibe el doble, sólo por hoy. Angelita piensa en cuánta plata hay en su billetera.


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